Inesperadamente
- revistaeltrapo
- 29 nov 2016
- 5 Min. de lectura
Por Mauro Yman (6º Año - Noviembre 2016)

Aquel joven se encontraba desolado, solo en su habitación, la cual lucia de una amarga tristeza colmada de una tormenta de lágrimas, perdía ah la mujer que más amaba en su vida, aquella mujer que le había hecho ver un mundo lleno de felicidad… Las tardes de primavera por el parque, adornada coloreadamente de bellas flores y el hermoso cantar de las aves para Leandro se habían transformado en un otoño ventoso donde el ruidoso crujido de las hojas daba lugar a la propia soledad. Aquella mujer quien enamoro con su bella sonrisa, simpatía, sencillez y cariño a Leandro, se le alejaba, rompiendo un corazón lleno de ilusiones. Él se preguntaba durante largas noches desoladamente, una y otra vez con una voz tartamudeante tras ese nudo que se le hacía en su garganta… -¿Cuándo?, ¿En qué momento?, ¿Por qué?, ¿Cuál fue mi error? Una vez más… Leandro no entendía como los sentimientos de aquella mujer tan bonita y llena de amor, se habían apagado junto con su corazón, al igual que una larga llama al final de la noche, congelando y dejando ciego al tiempo, convirtiendo todo para aquel chico en un abismo que lo consume poco a poco, dejándolo sin respuestas, sin nada que pueda hacer. Pasan los días, Leandro recibe sus notas, muestra una mejora en su trayecto final por la secundaria, eso le serviría mucho para entrar en la facultad y poder estudiar lo que tanto anhelaba. Se alejaría de su familia, comenzaría una nueva vida independientemente lejos de su casa. Los preparativos para su fiesta de graduación ya estaban comenzando, solo faltaban unos pocos días. Leandro sale con sus amigos para el centro de la ciudad, recorrerían tiendas para ver como iría vestido cada uno de ellos. Joaquín tenía un extraño gusto por las rayas de colores, se notó en la camisa que llevaría puesta debajo de aquel traje negro, Esteban en cambio era un chico de mucho estilo, y no se conformaba con cualquier cosa, Tomas y Leandro no poseían preferencia alguna así que les costó menos tiempo conseguir algo que los haga sentir cómodos. Al día siguiente se juntarían en el salón a media tarde, para colocar las mesas y sillas que más tarde adornarían. Mientras tanto sus padres se encargaban de limpiar y hablar con el dj para elegir la música que pasarían para el baile principal. Leandro vuelve hacia su casa, son las 18:15 de la tarde aproximadamente, las calles se colman de uniformes de todo tipo y se torna un poco bullicioso por la cantidad de vehículos que se detienen, pues es hora en la que los niños sales del colegio para ir a sus hogares al igual que los profesores y maestros. Faltan solo un par de cuadras para que Leandro llegue a su casa, cuando repentinamente suena su celular, es su mamá, avisando que la llave se encontraba debajo de la maceta que se encuentra en la ventana izquierda de la casa, ella llegaría más tarde porque se dirigía al súper para ir de compras. Pasan los días, es su última tarde antes de la fiesta de graduación, Leandro comienza sus preparativos, su ropa nueva esta lista, su madre acababa de plancharla, luego del almuerzo todos sus compañeros y los de la otra división se juntarían en la plaza central para tomar algo y charlar sobre qué haría cada uno de su vida después de graduarse, muchos ya comenzaban a extrañarse y preguntarse cuando volverían a verse a pesar de que algunos estudiarían cerca o en la misma universidad. Joel, quien pertenecía ah la otra división había llevado la pelota de fútbol, sin pensarlo dos veces se pusieron a jugar un rato mientras las chicas tomaban algo y los miraban a ellos. Comienza a caer la noche, es hora de ir a casa, todos se despiden y se van, Leandro termina exhausto de tanto jugar al igual que Tomas su compañero el cual no paraba de quejarse de un dolor en su pierna, habían jugado un poco fuerte. Leandro llega a su casa y pasa directamente a tomar un baño y acostarse para estar bien descansado al día siguiente. Llega el día de su graduación, con un promedio de 9,2 en sus notas, sale abanderado de su colegio con un nivel excelente de estudio. Sera su última noche después de mucho tiempo para volver a estar nuevamente con sus compañeros, disfrutaría felizmente su despedida. La gran fiesta colma un salón adornado de un suave color azul con cientos de personas, personas que él conocía, otras que no, particularmente entre aquella multitud de conocidos estaban los padres de ella, pero en presencia de su hermano menor el cual va al mismo colegio que él, un gran vacío lo invade por dentro, su cara se torna pálida, se tensan sus brazos y no puede evitar que se le erice la piel pues sus padres no sabían sobre aquella relación entre su hija y aquel muchacho… Los padres de Leandro eligen la mesa que está en frente de Raúl y Natalia, los padres de su amada, los cuales se conocían hace varios años pues trabajaron juntos en una fábrica de autopartes en Balcarce (Bs.As.). Raúl con Antonio hablaban sobre sus vidas después de abandonar el trabajo en aquella fábrica, mientras que Natalia y Carmen platicaban de sus típicas salidas de compra en cuanto a lo último que estaba de moda, luciendo así Natalia un vestido de Chifón de color borgoña que le llegaba poco más de sus rodillas con una cinta que rodeaba su cintura con un hermoso detalle floral negro y Carmen lucía un vestido de seda de un azulado suave el cual combinaba perfectamente con el decorado del salón. Entre charlas y un par de copas llegaban los chistes y las risas, entre tanto Leandro aprovecho para ir con sus compañeros, llegaba la hora del baile. Su última noche, una noche estrellada, con una hermosa luna que se adueñaba y esclarecía el cielo nocturno de aquel lugar con su gran brillo, una noche soñada, una noche casi perfecta solo por un vacío que su corazón no conseguía llenar… Leandro se acercaba hacia la pista de baile para bailar con sus compañeros el vals, miró a su compañera para pedirle que le conceda el baile, pero algo sucedió, el tiempo se detuvo por un instante para aquel joven, había quedado estático, como si fuera un cubo de hielo, no parpadeaba ni hacia ningún gesto más que el de un asombro en su rostro, sus ojos apuntaban sobre el hombro de su compañera, totalmente inmóviles y a su vez clavados como si fuesen un par de flechas. Detrás de aquella compañera se encontraba la entrada principal al salón, una silueta femenina estaba entrando por aquella puerta, un vestido blanco de ceda la vestía del color de la luna, y unos bellos risos adornaban su hermoso rostro, era ella, la chica de sus sueños, la que lo había enamorado por su forma de ser, por ese gran carisma, entrando por el centro de la pista se acercó, sin pensarlo, sin importar sus padres tomo la mano de él y comenzaron a bailar, sus miradas se cruzaron, ya nada más importaba, aquellas miradas, miradas que sin que el cuerpo manifestara algún tipo de señal lo decían todo, él se acercó, ella también, no se necesitaron palabras, tampoco gestos, aquel rose suave entre esos labios provocaron que se unieran más allá de sus corazones, más allá de todo…
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